José Antonio Rosell
(Diario de Lérida, 4.08.1072)
Querido Director:
Hoy se me ha ocurrido poner en orden no pocos papeles, escritos, libros y revistas que tratan sobre el tema de Lérida. Un gran número de carpetas se han amontonado sobre mi mesa de trabajo. Me ha gustado releer no pocos artículos publicados que explicaban, hablo de años atrás, los problemas a los que hoy seguimos pidiendo soluciones.
Un recorte de prensa me ha llamado la atención. Era un escrito de Guillermo Díaz Plaja, el académico, que pedía, desde su habitual sección en “La Vanguardia”, explicásemos, los leridanos, cuál es nuestro espíritu, nuestro aliento cultural y artístico, el mensaje de esta Cataluña de Poniente.
La pregunta tenía su miga y recuerdo que entonces nadie contestó a la misma. Un año más tarde volvió a preguntar lo mismo y Cristina Lacasa le contestó a través de un artículo lleno de visión poética y carga humana.
De entonces acá se ha escrito y hablado mucho de Lérida y su espíritu. Creo que uno de los principales culpables de ello ha sido Josep Vallverdú que es, sin lugar a dudas, el mejor escritor con que cuenta Lérida en esos momentos. Me entusiasman sus narraciones sobre las comarcas leridanas en su Catalunya Visió, es realmente importante su libro Proses de Ponent –que debía haber quedado vencedor y no finalista- y en estos momentos tengo en mi mesa de estudio su Viatge entorn de Lleida que pienso empezar a leer inmediatamente. Josep Vallverdú vivía en Lérida, ahora lo hace en Puiggròs, a caballo entre las Garrigues y casi a punto de entrar en el Urgell. Su sentido crítico es manifiesto a la hora de hablar de Lérida. Y hemos de reconocer que atina mucho, aunque siempre haya algo que no nos guste, acaso porque nos duela personalmente. A Vallverdú los leridanos le debemos por lo menos el habernos hecho pensar sobre nosotros mismos y cuanto nos entorna y los catalanes una larga hilera de libros narrativos a cual más interesante.
Pues bien, recuerdo que Vallverdú en cierta ocasión, hablando del espíritu de Lérida, hablaba de la Lérida“ciutat de diàspora”, “terra fronterera” y “Ciutat cobejada”. Todo un perfecto análisis de las tensiones que siempre ha sufrido Lérida. Pero refiriéndose a las personas ha realizado un análisis muy completo y sutil sobre “lleidatanisme” y “leridanismo” perfectamente explicados en su Lleida, problema i realitat. Sí, no cabe duda que, para quienes le hayan querido leer –ignoro el número de sus obras que se venden aquí- habrà sabido explicar qué es Lérida y cuál su espíritu.
Releo también una entrevista que realicé a Guillem Viladot y que no llegó a publicar-se –¿te acuerdas, Guillem?- en donde este otro gran escritor –que Lérida también arrincona con demasiada facilidad- me decía que “Lérida es una ciudad sin aristocracia” y luego me añadía que Lérida era una ciudad sin fuerte artesanía, sin una ardiente historia frívola (sin grandes pecadores), sin una ferviente, religiosidad (sin grandes santos), sin una ancha, picante, digestiva gastronomía”. Lérida es una ciudad –terminaba diciéndome- sin nada que perturbe profundamente su biología”.
Admiro ahora unas fotografías de obras artísticas de Leandro Cristòfol. Este “petit gran home” que es Leandro, ha sabido crear el espíritu de Lérida, en sus tallas de las gentes de la huerta. Y sigo creyendo que Lérida está en deuda con este escultor.
Y ahora pienso que Lérida tiene también sus “homenots” que quizá no concuerden con los personajes dela Ciudadpero que son muy importantes y dignos de ser estudiados y hasta de editar un libro explicando su tarea. Naturalmente la lista se podría alargar con un buen número de nombres, aunque acaso no figurasen muchas personas que creen detentar el pensamiento y la cultura de Lérida.
Yo no sé, querido Director, si esta “Postal” mía de hoy tiene algun sentido para el lector –para mi naturalmente lo posee- pero creo oportuno publicarla.
Cuando termino releo algo que escribí a raíz de unos problemas suscitados entonces –ahora no hace al caso comentarlo- en Lérida. Decía “todavía todo es posible en la historia humana y más allá de ella. Todavía es urgente abatir fronteras, desvanecer recelos, enterrar incomprensiones, abrir los brazos a todas las pesadumbres y esperanzas.
Quizá si pensásemos todos así encontraríamos pronto a Lérida y su espíritu. Un saludo.