Pau Echauz
(La Vanguardia, 30.05.2000)
En varias ocasiones, Josep Vallverdú se ha quejado de que durante un tiempo tuvo que arrastrar como una losa la etiqueta de ser “l’home de Lleida”. Esto ocurría hace ahora 50 años, cuando iniciaba su carrera literaria y participaba en reuniones con gente inquieta que maquinaba y conspiraba para reconstruir el país. A pesar de la etiqueta que lució con dignidad, la trayectoria del escritor se basa en la fidelidad a un país y a una cultura.
La vocación cívica de Vallverdú recorre toda su obra. Desde las Proses de Ponent a sus investigaciones sobre la literatura ponentina, de Morera i Galicia a Màrius Torres, pasando por Manuel de Pedrolo o Guillem Viladot, o sus obras de literatura infantil y juvenil, como Rovelló.
Sus libros, conferencias, artículos, pregones, guiones o traducciones, siempre desde la periferia, son un punto de referencia para muchos jóvenes escritores. Vallverdú ha hecho escuela. Ayudó a interpretar un territorio consustancial a Cataluña y puso el rigor intelectual necesario para denunciar el “leridanismo” provinciano pero también las lagunas del “lleidatanisme”. Para él, sólo la catalanidad podía ayudar a superar los recelos de Lleida hacia Barcelona.